Friday, June 30, 2006

COMO CONTRIBUIR AL EXITO DE LA AGENDA PARA EL DESARROLLO DE DOHA

COMO CONTRIBUIR AL EXITO DE LA AGENDA

PARA EL DESARROLLO DE DOHA

PRESENTACION DEL MINISTRO DE HACIENDA DE CHILE

NICOLAS EYZAGUIRRE EN EL FORO GLOBAL DE LA OCDE

París, 29 de abril de 2003

Quiero comenzar agradeciendo la invitación que la OCDE le ha hecho a Chile para participar en el Foro Global de este año y en particular en este panel que discute un tema de la mayor importancia para un país en desarrollo como el mío. Para nadie es una sorpresa el interés que tiene la OCDE en el éxito de la Ronda del Desarrollo de Doha. La Organización ha hecho un esfuerzo considerable, tanto humano como financiero, en la preparación de documentos, conducción de seminarios y elaboración de trabajos analíticos para ayudar a los países no miembros a comprender lo que está en juego en la OMC y apoyar nuestra plena participación en las negociaciones. A través de esta agenda de trabajo, la OCDE ha, al mismo tiempo, destacado y abordado las preocupaciones de los países no miembros en lo que se refiere a las dificultades que enfrentan en la implementación de los acuerdos de la OMC y a los potenciales desequilibrios en las actuales negociaciones. En mis palabras me referiré a tres temas. Primero, a la importancia que tienen las reformas en los países no las reformas de la política económica en los países no miembros, particularmente en el área de la política comercial. En segundo lugar, a la difícil economía política de tales reformas. Por último, y basándome en los dos puntos anteriores, concluiré con algunos comentarios respecto de qué podemos hacer colectivamente para contribuir a la Ronda de Doha.

Chile comenzó a reformar su complejo e intricado régimen de política comercial hace aproximadamente treinta años. Inicialmente ello se hizo muy rápidamente y, en los años ochenta, se produjo una reversión parcial. Pero de 1985 en adelante hemos reducido la tarifa de importación de 35% a 6% en un proceso sistemático y sustentable. Ello ha resultado en un incremento y diversificación significativo de las exportaciones, y contribuido, junto con otras reformas y a una política macroeconómica prudente, a tasas de crecimiento más altas. Hemos combinado esta reforma unilateral con varios acuerdos de libre comercio con una cobertura amplia de temas. Nuestra conclusión es que las reformas, incluyendo la reforma de la política comercial, han sido cruciales para Chile. Sin embargo, hemos aprendido una importante lección. Si tales reformas han de tener efectos positivos, deben ser sustentables y mantenidas en el tiempo. De no ser así, nunca se cosecharán sus beneficios.

Además de reducir los aranceles a la importación y eliminado todas las formas de restricción cuantitativa, hemos modernizado nuestro servicio de aduanas para facilitar el comercio, adoptado procedimientos transparentes en el sector público y elevado el nivel de protección de los derechos de propiedad intelectual. Como todos sabemos, la liberalización del comercio positiva, diría incluso que inevitable, para una economía pequeña. Sin embargo, internamente como resultado de la apertura al comercio habrá ganadores y perdedores. Los países en desarrollo no cuentan con los instrumentos para compensar a aquellos que pierden con la reforma de la política comercial. Dicha compensación implicaría la reasignación de los escasos recursos financieros con estas economías cuentan desde prioridades tales como la educación, la salud y el alivio de la pobreza, o bien pondría en peligro la estabilidad macroeconómica. A ello debemos además agregar los costos involucrados en la modernización de las aduanas, la capacitación del personal de las agencias regulatorias y el cumplimiento de las leyes que protegen la propiedad intelectual.

Más aún, la reforma comercial, así como las reformas en general, no sólo son costosas para las economías en términos de recursos financieros. También son costosas desde el punto de vista del significativo capital político que los gobiernos deben gastar en el esfuerzo por empujar y mantener las reformas, precisamente porque no cuentan con los medios para compensar a los perdedores y posiblemente tengan que reorientar fondos desde los programas sociales, como ya se mencionó. Por tanto, los gobiernos deben convencer a sus electores que la reforma de la política comercial es buena en el mediano y largo plazo, pero que tiene costos en el corto.

Pero, si junto con implementar reformas nuestros exportadores continúan enfrentando altos aranceles a los productos en los que tienen ventajas comparativas, en especial los agrícolas y textiles; si al mismo tiempo tienen que competir con productores de países desarrollados que reciben grandes subsidios de sus gobiernos; si al mismo tiempo siguen bajo la espada de Damocles del antidumping, entonces argumentar en favor de la liberalización es extremadamente difícil. ¿Cómo puede convencerse/podemos convencer a los pobres que la protección de las patentes farmacéuticas tiene beneficios si sus gobiernos no pueden garantizarles que las medicinas necesarias para combatir las epidemias van a estar disponibles? ¿Cómo puede convencerse/podemos convencer a las empresas que inviertan en competitividad si no podemos asegurarles el acceso a los mercados?.

Mi punto es que hacer reformas tiene costos, tanto en las economías de la OCDE como en las que no son miembros de la organización. En ambos tipos de países algunos grupos de electores se verán afectados negativamente por la adopción de un nuevo marco de políticas. El problema que enfrentamos en las negociaciones multilaterales es que las economías que no son miembros perciben, y en mi opinión en parte correctamente, que el peso no está repartido de manera equitativa, que sus preocupaciones y aspiraciones son ignoradas, y que las rondas multilaterales están sesgadas a favor de los países desarrollados.

Entonces, ¿qué podemos hacer colectivamente para contribuir a la Ronda del Desarrollo de Doha? Tres aspectos aparecen como destacables. Sin duda alguna, el primer tema que debe ser enfrentado es la agricultura. En mi opinión, ya se terminó el tiempo para soluciones cosméticas. Cifras publicadas en 2001 por la OCDE muestran que los países miembros gastan más de US$ 300 mil millones al año en subsidios agrícolas. Ello implica que un tercio del ingreso que obtiene un agricultor proviene de programas gubernamentales. Estos 300 mil millones de dólares equivalen al doble de las exportaciones agrícolas y a cinco veces el monto gastado en ayuda para el desarrollo.[1]

Desde ese año hasta ahora las cosas no han cambiado mucho. Más aún, es posible que hayan empeorado. Un ejemplo de ello es el programa de apoyo a la agricultura recientemente implementado por EE.UU. Por otra parte, tal como lo concluye la OCDE, el Acuerdo sobre la Agricultura de la Ronda Uruguay sólo redujo de manera limitada la

protección efectiva de que goza este sector.

Desde el punto de vista de los países en desarrollo, la Ronda de Doha debe llevar a resultados concretos e inmediatos en agricultura. Reformas que se traducirán en educciones de los apoyos internos a la producción y de los subsidios a la exportación en lazos de diez o quince años después de concluida la ronda simplemente no tienen redibilidad. Ahora es cuando debe comenzar la eliminación de las distorsiones a la roducción y comercio de bienes agrícolas. Comentarios similares pueden hacerse respecto de la protección al sector textil y el escalonamiento arancelario en el caso de los bienes manufacturados.

No obstante, la Ronda de Doha no solo involucra el acceso a los mercados. La búsqueda de un equilibrio en las obligaciones y disciplinas con seguridad contribuiría al éxito de la Ronda del Desarrollo. La Ronda Uruguay tuvo un fuerte énfasis en establecer disciplinas a los subsidios no-agrícolas, en aumentar la protección a los derechos de propiedad intelectual, en limitar los requisitos de desempeño, en abrir los mercados de servicios financieros, y en introducir transparencia en los procesos regulatorios. Vemos ahora presiones adicionales para aumentar las obligaciones de transparencia en los servicios y las compras públicas y por una mayor apertura de los mercados de servicios financieros. Pero, ¿qué ocurre respecto de las disciplinas en la aplicación de medidas antidumping? ¿en qué está el tema de las licencias obligatorias de medicinas en el caso de epidemias? ¿qué se discute respecto de limitar los subsidios utilizados a nivel local en los países de la OECD para atraer la inversión extranjera? Nuevamente, la percepción actual es que el costo político de la liberalización no está siendo compartido de manera equitativa, siendo mayor en el caso de los países institucionalmente más débiles.

Por ultimo, los miembros de la OMC deben considerar la incorporación de gradualidad en la adopción de los compromisos mismos de manera de hacer factibles las reformas en áreas tales como la transparencia en la regulación de los servicios o la protección de los derechos de propiedad intelectual. No creemos en un trato especial y diferenciado en lo que dice relación con el nivel de las obligaciones, pero sí creemos que los países en desarrollo requieren de mayores plazos para la adopción de estas obligaciones porque el cumplimiento de éstas requiere de la desviación de recursos de otras prioridades como la educación, la salud y el desarrollo de las instituciones. No podemos esperar que los funcionarios públicos y la tecnología del sector público tengan la misma calidad en un país con un ingreso per cápita de US$ 4.000 que un país con un PIB per cápita de US$ 30.000.

En conclusión, creemos que hacer reformas es beneficioso, que la transparencia es necesaria, que proteger la propiedad intelectual es positivo y que eliminar los subsidios es urgente. Para hacer todo ello en la Ronda de Doha, los gobiernos de los países en desarrollo necesitan del apoyo de sus electores. Los países en desarrollo deben percibir que existen beneficios comerciales sustantivos y concretos en esta ronda. No habrá posibilidad de hacer reformas si se mantienen los desequilibrios que he mencionado en las actuales reglas multilaterales, así como otros que he omitido.

Tengo mucha esperanza respecto del resultado de la agenda para el desarrollo de Doha. Estoy convencido que existe espacio para avanzar en las negociaciones si una relativamente mayor proporción de los sacrificios en esta oportunidad son aceptados por las economías desarrolladas.



[1] “Towards more Liberal Agricultural Trade”, OECD Policy Brief, Noviembre de 2001.

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